La extensa costa chilena, bañada por las frías aguas del Pacífico Sur, es un ecosistema privilegiado por su asombrosa biodiversidad. Sus mares no solo albergan una riqueza invaluable de especies marinas, sino que también son una fuente esencial de sustento para muchas comunidades a lo largo del país. Entre estos tesoros naturales, las algas ocupan un lugar especial, convirtiéndose en la materia prima fundamental para muchos de los productos de Gelymar.
Recolección en el Sur de Chile
Las algas utilizadas en nuestros productos provienen de diversos entornos: algunas se cultivan en las cálidas aguas del cinturón tropical, otras se recolectan desde la orilla y otras se extraen desde el fondo del mar. Entre ellas, la Luga Roja (Gigartina skottsbergii) destaca por ser la base de algunas de las carrageninas más exclusivas del planeta. Esta alga, que prospera únicamente en aguas frías, se obtiene a través de un trabajo meticuloso de buceo, una labor que combina destreza, conocimiento y un profundo respeto por el mar.
Uno de los principales enclaves para la recolección de la Luga Roja se encuentra en el sur de Chile, en la Región de Los Lagos, particularmente en las costas de la Isla de Chiloé. Allí, generaciones de familias han dedicado sus vidas a la pesca y a la recolección de algas, preservando técnicas artesanales que garantizan un equilibrio con el ecosistema marino. Desde las caletas, pequeñas bahías que sirven de refugio a las embarcaciones, los trabajadores inician cada jornada con el desafío de adentrarse en las profundidades del mar.
El proceso de cosecha
La recolección del la Luga Roja no es una tarea sencilla. Debe llevarse a cabo en momentos específicos del año, respetando las regulaciones establecidas para garantizar la sostenibilidad del recurso. La cosecha tiene lugar durante los meses de verano, entre octubre y marzo, que es cuando, además el clima y las condiciones del mar son más favorables: aguas más tranquilas y mejor visibilidad permiten a los buzos desempeñar su labor con mayor seguridad y precisión.
En los días de recolección, las embarcaciones parten al amanecer con dos o tres trabajadores a bordo, dirigiéndose hacia las zonas escogidas para la extracción. Uno de ellos se sumerge, protegido por un grueso traje de neopreno que le permite soportar las gélidas aguas del sur de Chile. A profundidades de hasta 20 metros, el buzo recoge cuidadosamente las algas, depositándolas en una malla que, una vez llena, es llevada a la superficie para ser almacenada a bordo de la embarcación.
Compromiso con el futuro
Al finalizar la jornada, las embarcaciones regresan a las caletas, donde un equipo de trabajo espera para recibir la cosecha. El alga recolectada es pesada y registrada meticulosamente, asegurando un control riguroso que permite a las autoridades monitorear la cantidad extraída y prevenir la sobreexplotación. Este esfuerzo conjunto entre comunidades y las autoridades nacionales es clave para preservar el equilibrio del ecosistema marino.
La sustentabilidad es el pilar fundamental de esta actividad. La regeneración de las algas es esencial para el futuro de las comunidades que dependen de ellas, y por ello, al finalizar la cosecha, los mismos buzos siembran nuevas algas que crecerán para la próxima temporada. Este ciclo de cuidado y renovación no solo garantiza la continuidad del recurso, sino que también fortalece el vínculo entre la naturaleza y quienes han dedicado su vida a este trabajo.
La recolección de algas es el primer eslabón de una cadena de valor que permite a Gelymar llevar carrageninas a todo el mundo. Detrás de cada producto hay una historia de esfuerzo, tradición y compromiso con la sostenibilidad. Trabajar codo a codo con las comunidades locales y respetar sus conocimientos ancestrales no solo enriquece nuestra labor, sino que también le otorga un significado más profundo a todo lo que hacemos.